Entonces en lo que nos quedamos la última vez fue en que mi vida estaba empezando a cambiar. Alrededor de mis ocho o nueve años de edad nos mudamos a una nueva casa al lado de unos testigos de Jehová.
Iba a una nueva escuela e íbamos a las reuniones con mi mamá.
Los días festivos empezaron a convertirse en un problema debido a nuestra nueva fe y por poco repruebo el tercer grado.
Mis padres ya eran Testigos de Jehová oficialmente bautizados y fue entonces cuando las cosas empezaron a cambiar muchísimo.
Existe una analogía que a los testigos de Jehová les gusta usar en sus discursos y habla acerca de un resorte. Esta analogía se usa para ilustrar cómo debería ser la relación entre padres e hijos.
Esta es la analogía: si tienes un pequeño resorte, lo comprimes entre tus dedos y lo sueltas de repente, ¿qué pasará? El resorte saldrá volando sin control y en una dirección impredecible.
Pero si tomas ese resorte, lo comprimes y luego lo sueltas poco a poco puedes entonces controlar la dirección en la que se liberará.
Así es como los testigos de Jehová ven a los niños, al igual que ese resorte tienen que ser aplastados. Deben ser reprimidos y controlados. E incluso cuando es necesario soltarlos tiene que ser de forma controlada y en la dirección en la que ellos elijan. Los niños son vistos como objetos a controlar, como una propiedad.
Entonces, lo que vamos a hacer ahora es echar un vistazo a mi infancia y ver cómo yo estaba siendo aplastado al igual que a ese resorte. Vamos a examinar esto primero a través de los ojos de la educación y de lo que me pasó a mí en la escuela.
Lo primero que enfrenté en la escuela fue un gran desafío, uno al que se enfrentan todos los hijos de los testigos de Jehová en los Estados Unidos: el temido Himno Nacional o Juramento a la Bandera.
En las creencias de los testigos de Jehová está el ser leales únicamente a Dios y a nada ni a nadie más. Nunca jurarán lealtad ni expresarán amor por su país ya que no creen en el nacionalismo para nada.
Cuando era niño, en mi escuela en los Estados Unidos comenzábamos todos los días con el Juramento a la Bandera dentro del salón de clases, o el Himno Nacional cuando pasé a la secundaria y bachillerato. Esas eran ceremonias en las que yo no podía participar.
Cuando era hora de ponerse de pie y recitar el juramento, podía ponerme de pie y mostrar respeto pero no tenía permitido poner mi mano sobre mi corazón o recitar el juramento.
Si los otros niños estaban de pie para cantar el Himno Nacional y yo estando de pié no marcaba una diferencia entonces me sentaba.
No se trataba de tener una postura moral específica para demostrar que así es como lo hacen los testigos de Jehová. Se trataba de no ser como la mayoría. Teníamos que ser diferentes independientemente de lo que hicieran los demás.
Mis maestros en su mayoría no tenían problema con ésto, pero sí hubo algunos a quienes no les gustaba. Ahora que lo pienso y recordando esas fechas no puedo culparlos pero cuando era niño eso era todo lo que sabía. Algunos maestros sí me hicieron pasar malos ratos.
Algunos me hicieron salir del salón de clases caminando en frente de todos. Tuve un maestro que se enojó mucho, me gritó y me mandó a la oficina del director.
Mi papás y yo tuvimos que hablar con el director y supongo que les dio miedo que los denunciáramos por atentar contra nuestra libertad religiosa así que ese maestro no me volvió a molestar.
Pero ponte en los zapatos de un niñito que va a la escuela sabiendo que todos los días va a tener que comenzar su día defendiendo su fe.
Todos los días tienes que ser diferente a los otros niños y diferente a los adultos también.
Cuando era niño hasta me sentía orgulloso de mi postura ¿qué otra opción tenía? Tenía que sacar lo mejor de esa situación. Pero aún así fue incómodo, no se podía evitar.
Además estaba el problema de los días festivos. En la escuela hay eventos y actividades especiales en esos días. No tenía permitido participar en ninguna de estas tampoco.
Por ejemplo, cuando los otros niños coloreaban un árbol de Navidad a mi me ponían a colorear algo diferente. Mientras los otros niños aprendían canciones navideñas, a mí me hacían aprender algo diferente.
Una maestra de música me pidió que llevara mi libro de cánticos de los testigos de Jehová titulado “Canten alabanzas a Jehová”. Se lo llevé, ella lo revisó y encontró un cántico para que me lo aprendiera de memoria. Éste cántico se llamaba “Una oración para dar gracias”. Yo creo que pensó que tenía que ver con el Día de Acción de Gracias, un día festivo importante en los Estados Unidos.
Como haya sido, no recuerdo su nombre pero me gustaría agradecerle sarcásticamente por promover mi adoctrinamiento y hacerme memorizar uno de los cánticos de los testigos de Jehová.
Y bueno, ni siquiera podía hablar con los otros niños después de las vacaciones y días festivos. Ya sabes, cuando los niños regresan a la escuela después de las vacaciones o días libres regresan emocionados hablando de los regalos que recibieron, de sus familias y de todo lo que hicieron.
Yo nunca tenía nada de qué hablar en esos casos porque yo no hacía nada de eso. Ni recibía regalos ni veía a mi familia.
Tampoco teníamos permitido asistir a los rallies, los rallies son esos eventos para animar y apoyar a los equipos deportivos de la escuela antes de sus partidos. O al menos los testigos de Jehová nos desanimaban a ir a ellos.
La organización de los testigos de Jehová tiene una manera especial de “desaconsejar” o “desanimar” a sus miembros a hacer ciertas cosas sin la necesidad de crear reglas explícitas. De esa manera, después pueden decir “en realidad nunca dijimos eso exactamente” y así pueden evitar cualquier acusación de este tipo hacia la organización.
Pero todos sabíamos lo que querían decir y cien por ciento se nos desanimaba o desaconsejaba ir a los rallies.
Aún así sí fui a algunos porque eran muy divertidos. Me encantaba ir a los rallies pero tenían el problema de que para los testigos la lealtad y la gloria son solo para Jehová Dios y no para el nacionalismo o el orgullo en cualquier cosa que nos interesara o de la que quisiéramos formar parte.
Así que el espíritu de pertenencia escolar era mal visto. Otros testigos y yo muchas veces terminamos en el comedor trabajando en cosas de la escuela mientras los rallies ocurrían en algún otro lugar de la escuela.
Y como castigo por no asistir a los rallies nos vigilaban para asegurarse de que no nos divirtiéramos o habláramos entre nosotros.
Como mencioné, sí fui a algunos rallies de partidos importantes y sí me divertía pero siempre sentí una punzada de vergüenza por haber asistido.
Tampoco me permitían participar en ninguna actividad extraescolar. Hay un versículo de la biblia que nos repetían una y otra vez, éste está en la primera carta a los Corintios 15:33 y dice: “No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles”. Y básicamente si no eras testigo de Jehová eras automáticamente etiquetado como una “mala compañía”.
Así que no podía pasar tiempo después de la escuela asociándome con otros niños. Ésto impactó muchísimo mis años de secundaria y bachillerato porque sí había cosas que yo quería hacer. Por ejemplo, durante el bachillerato aprendí electrónica y quería ir a algunas convenciones y competencias de robótica pero sabía que no podía participar.
Podía ser amigable con los otros niños de la escuela pero no los debía considerar como mis amigos de verdad. En lugar de eso, como a todos los niños testigos de Jehová, me animaban a tratar a los niños de la escuela como mi propio territorio personal para predicar.
Así que no me era suficiente con ser diferente en la escuela sino que esperaban que éstas diferencias se hicieran aún más notorias porque tenía que predicarles a todos de mis creencias.
A los niños testigos de Jehová se les anima a ver su escuela, su salón y a sus compañeros de clase como un campo listo para la cosecha. Por lo que nos animaban a llevar la biblia o alguna publicación, leerla en público y así tal vez atraer el interés de los otros niños en la escuela.
Si te acuerdas, te conté acerca de cómo casi reprobé el tercer año. Bueno, en cuarto año estuve en el cuadro de honor todo el año. Obtuve dieces y nueves en todo lo que hacía y en quinto año obtuve sólo dieces.
Haciendo memoria creo que los mensajes de perfeccionismo que recibía en las reuniones estaban empezando a tener un efecto en mí.
La organización de los Testigos de Jehová es una organización enfocada en el rendimiento y sus enseñanzas y discursos son muy perfeccionistas. Al estilo de “todo o nada” o “blanco y negro”.
El que ésto esté relacionado no significa que sea la causa pero en éste caso ésta correlación definitivamente contribuyó a mi súbita mejora en mi rendimiento en la escuela.
Esto no significa que todos los niños Testigos de Jehová sean excelentes académicamente, pero en mi caso hubo algo que hizo click en mi cabeza.
Y siendo honestos he tenido problemas con el perfeccionismo desde entonces. Estuve en el cuadro de honor en casi toda la secundaria y en el bachillerato.
Tuve el segundo mejor promedio de mi generación en el bachillerato. En 4 años tuve sólo un nueve entre sólo dieces.
Y sigo sintiendo algo de rencor porque se suponía que debía tomar Geometría antes de Algebra 2, pero la clase de Geometría ya estaba llena así que me mandaron a Algebra 2 de todos modos, que de hecho estaba basada en Geometría.
Así que llegué a esa clase atrasado con respecto a los demás estudiantes, pero logré alcanzarlos y saqué ese único nueve en lugar de los dieces a los que estaba acostumbrado.
Hasta estas fechas sigo sintiendo que merecía haber obtenido sólo dices en todo el bachillerato. ¿No les había dicho que era perfeccionista?
Y bueno, ya que estamos en el tema, veamos el rol de la educación seglar dentro de la secta. Los testigos de Jehová ven la educación como un medio para llegar a un fin. Un simple requisito del gobierno y se desanima demasiado la educación superior.
La organización a veces glorifica los logros académicos de sus miembros, ya que de hecho hay doctores y abogados entre sus filas pero nunca te van a confesar que éstos miembros se volvieron doctores y abogados antes de siquiera conocer a los Testigos de Jehová.
Prefieren omitir eso porque así su discurso suena como “Míranos, tenemos personas altamente educadas entre nosotros”. Pero la realidad es que es pura casualidad ya que estas personas se volvieron Testigos de Jehová después de conseguir sus títulos.
De acuerdo a las encuestas del centro de investigación Pew en los Estados Unidos los Testigos de Jehová son la religión menos educada y con el ingreso económico promedio más bajo del país.
De hecho, ellos piensan que la gente va a la universidad sólo para obtener gloria personal y volverse ricos y famosos.
Para agregar algo de contexto, los testigos de Jehová son lo que se le llama una secta del fin del mundo y creen que éste fin del mundo llegará muy pronto.
Y como les gusta decirlo: “¿por qué invertirías en el Titanic si se está hundiendo? Este mundo es un barco que se está hundiendo también. ¿por qué invertirle más de lo absolutamente necesario?”
Algunos dentro de las congregaciones han sido desanimados e incluso humillados por ir a la universidad.
Los testigos de Jehová técnicamente tienen libre albedrío pero existe influencia excesiva y presión sobre sus miembros para hacerlos conformarse.
Supe de un caso donde un anciano, uno de los líderes de su congregación, que tenía una hija que fué a la universidad. Fue decisión de ella pero su padre fue removido como anciano de la congregación. Le fueron quitados su título y sus privilegios. Bueno les gusta llamarlos privilegios pero sería más apropiado llamarles responsabilidades o cargas. Se los quitaron porque no dio un ejemplo apropiado ya que no pudo controlar ese resorte y su hija se fue a la universidad.
Los testigos de Jehová usan esa ambigüedad, ese vaivén acerca del tema de la educación superior como parte de su manipulación para mantenerte fuera de balance y confundido.
Por ejemplo, condenan por completo estudiar una carrera de 4 años en una universidad.
Incluso uno de los miembros del cuerpo gobernante dijo que entré mejor sea la universidad o larga la carrera más peligrosa se vuelve, pero si eliges un oficio, una carrera técnica o una carrera corta entonces sí es aceptable.
Pero agreguemos la cláusula de que ésta educación extra es buena siempre y cuando sea usada para “promover los intereses del Reino”. Y entiendo que si nunca has estado asociado con los Testigos de Jehová es probables que no tengas una idea de lo que “promover los intereses del Reino” significa.
Básicamente, todo ésto se reduce a que los Testigos de Jehová ejercen mucha presión sobre los jóvenes para que sirvan mientras son jóvenes al dedicar más tiempo y energía a la organización a la que sirven.
Lo hacen sonar a que quieren que lo hagas porque eres jóven y energético, pero al hacer una recapitulación, lo que creo es que ellos sólo quieren que hagas todo ésto mientras eres jóven y estás en esa edad crítica antes de que empieces a volverte independiente, y entonces mantenerte amarrado a ellos. Porque si vas a la universidad y aprendes cosas como pensamiento crítico entonces podrías verlos como una secta y abandonarlos.
Para lograr ésto ellos crean objetivos y metas para que los jóvenes las sigan y se adhieran a ellas.
Una de las metas principales sería convertirse en lo que ellos llaman Precursor.
Ser precursor es dedicar cierta cantidad de horas al año al ministerio de casa en casa. Cuando yo era joven eran mil horas al año. Tenías que firmar un convenio y te comprometías a salir a lo que ellos llaman el servicio del campo, tocando puertas, predicando a gente en las paradas del camión, gasolineras, etc. Ahora tiene exhibidores portátiles en áreas de alta afluencia peatonal. Pero es básicamente salir y predicar para completar esas horas.
En mis tiempos eran noventa horas al mes. Por supuesto sin paga. Es un trabajo como voluntario y debes ser capaz de mantenerte a ti mismo mientras lo haces.
También podrían animarte a ir a Betel en especial si eres hombre. Betel en mis tiempos era el Betel de Brooklyn aunque ahora ya se mudaron a Warwick al norte estado de Nueva York donde es la sede mundial de los testigos de Jehová.
Estos llamados betelitas eran principalmente hombres jóvenes, pero también había algunas mujeres especialmente si estaban casadas con un Betelita.
Los betelitas hacen voluntariado, viven ahí y sirven realizando diferentes deberes. Siempre hay una imprenta que operar y lugares que limpiar. Apoyan a la organización en su centro en la sede de su labor mundial y esencialmente han dedicado su vida entera a esa labor.
Otra meta era asistir a la escuela de Galaad. Galaad es una escuela para misioneros y es fácil saber lo que los misioneros hacen. En realidad sólo es un lugar donde ibas a aprender cualquier cosa que ellos necesitaran para que pudieras ir a otros países y empezar nuevas congregaciones o promover la predicación de las Buenas Nuevas del Reino de Dios, así les llaman ellos.
Si no te querías mudar a otro país otra meta que te ofrecerían sería mudarte a donde la necesidad fuera mayor dentro de tu país, en mi caso los Estados Unidos.
Normalmente son zonas rurales aunque a veces también hay zonas en ciudades grandes donde hay escasez de testigos donde se necesitan hermanos y hermanas para ayudar a dirigir congregaciones y ayudarlas a crecer.
Pero bueno, veamos como esto me afectó a mí. Yo rechacé becas para buenas universidades donde pude haber obtenido un título en ingeniería.
No estoy seguro si tomé el examen de práctica para ser admitido en la universidad, no lo recuerdo, pero nunca hice el examen real tal cual. Y no lo hice porque si estabas interesado en cursar la universidad entonces eras visto como alguien poco espiritual, eras visto como alguien que estaba decepcionando a todos, estabas decepcionando a dios y de hecho dios estaba decepcionado de ti.
Es difícil explicar la presión que se ejerce sobre éstos jóvenes en ese momento crítico de sus vidas para que sigan el camino que la organización de los testigos de Jehová quiere que sigan. Y todo a expensas de obtener cualquier tipo de educación superior.
Claro que yo quería ir a la universidad. Me hubiera encantado el reto de aprender cosas nuevas y poner en práctica todas las matemáticas que había aprendido.
Estoy seguro que hubiera sobresalido en esos campos, pero es el deseo de sentirse medianamente bien en una organización que te arrebata tu autoestima y que te lleva por un camino donde la autoestima solo se recibe a través de ellos, que te hace renunciar a cualquier oportunidad educativa.
La única forma en la que te puedes sentir bien es si haces lo que ellos quieren que hagas, pero si no lo haces te harán sentir miserable. Eso es algo muy difícil de afrontar.
Tengo que admitir que ahora que me estoy acercando a los 40 me arrepiento de algunas cosas en este tema.
Tuve algunos maestros que estuvieron profundamente decepcionados de mi por no ir a la universidad.
Tuve consejeros que constantemente me recordaban de lo que era capaz.
Recibí correspondencia de universidades de todas partes del país para que considerara asistir a su universidad.
Ni siquiera sé cómo consiguieron mi información y mi dirección ya que nunca hice el examen de admisión, pero de cualquier forma querían que asistiera a su universidad.
Estaba devastado, se sentía muy bien ser apreciado de esa forma.
Esto pasó cuando estaba en el último año del bachillerato donde me especialicé en electrónica. Como estaba sobresaliendo académicamente en la escuela me ofrecieron ir a trabajar medio tiempo en un lugar que se especializaba en electrónica. Y lo hice, salí de mi casa y tuve que buscar mi propio lugar donde vivir pero encontré un negocio que estuvo dispuesto a contratarme para reparar aparatos electrodomésticos aún siendo estudiante. Reparé hornos de microondas, televisores, videocaseteras e instalé antenas satelitales.
Cuando trabajaba en ese negocio, en ese mismo centro comercial había una casa de empeño a la que solía ir a comprar discos compactos. Un día mientras ahí platiqué con el dueño y se dio cuenta que yo trabajaba en el mismo centro comercial reparando electrodomésticos y entonces me ofreció una oportunidad de negocio.
En esos tiempos los bípers o localizadores eran los dispositivos más populares de las tecnologías de comunicación móvil. El dueño estaba planeando abrir una cadena de tiendas para vender y reparar éstos dispositivos y me ofreció una de esas tiendas. No sólo me ofreció mi propia tienda, también me ofreció mandarme a seguir estudiando en una universidad en Pennsylvania si mal no recuerdo.
Pero a pesar de mi entusiasmo por ésta oportunidad también tuve que rechazarla porque tenía que ir al precursorado y tocar puertas durante mil horas.
Y eso fue lo que hice, fuí precursor. Fue miserable. Fue horrible. Yo era el único hermano que estaba siendo precursor en esas fechas.
De por sí los hermanos y hermanas de la congregación a la que asistía no convivían entre ellos así que pasé mucho tiempo saliendo a tocar puertas yo sólo, fue un proyecto muy solitario.
En cierto punto tuve que tener más de un trabajo. No vengo de una familia adinerada y ni siquiera de una familia de clase media, así que no recibí ninguna ayuda económica de parte de mi familia. Si necesitaba dinero yo mismo tenía que conseguirlo, no tenía ningúna otra fuente de ingreso económico.
Tuve que conseguir mi propio auto el cual manejaba a todo el territorio de la congregación para tocar puertas, revistar gente y tratar de empezar estudios de la biblia, lo cual me costó mucho dinero y con el tiempo empecé a acumular deudas.
En las tardes trabajaba medio tiempo en telemarketing de 5 a 9 de la noche varias noches a la semana. Entregaba periódicos todas las mañanas de todos los días de la semana. Además entregaba otro periodico local todos los Jueves en las mañanas. Eventualmente quedé completamente exhausto. Uno solo puede trabajar cierto número de horas al día. Me levantaba a las 3 o 4 de la mañana para poder ir a entregar periódicos. Luego regresaba a casa alrededor de las 7 de la mañana para tomar un baño. Después me ponía mi traje e iba al salón del reino a las 9 de la mañana. De ahí salíamos a tocar puertas hasta las 3 o a veces 4 de la tarde, de ahí a casa. Me cambiaba e iba a trabajar de 5 a 9 de la noche. Así estaba mi agenda casi todos los días. Sólo eran diferentes los martes y los jueves en la noche ya que en lugar de ir a trabajar tenía que ir a las reuniones, porque había reuniones martes, jueves y domingo.
Y esa era mi vida, eso era todo lo que hacía, por lo que me convertí en una persona muy enojada y frustrada.
Mi papá no era alguien que tratara de impartir sabiduría o que siquiera demostrara algo de interés pero un día se me acercó mientras estábamos en la congregación y me dijo: “Mike ¿sabes algo? Todos piensan que no te agradan, creen que estás enojado con ellos”.
Y era cierto, estaba enojado con todo en el mundo y con todos a mi alrededor, porque sin saberlo estaba siendo increíblemente inauténtico.
Fui empujado a toda esta situación y preparado para ésto desde que era un niño. Es lo mismo para todos esos pobres niños testigos de Jehová.
Es demasiado frustrante encontrarte dominado por una vida que tú nunca te sentaste a elegír con calma, en cambio tienes una vida que alguién te dio y de la que se tienen expectativas, pero que tú nunca lo habías visto así por todo el lavado de cerebro al que fuiste expuesto.
En el siguiente episodio voy a profundizar en lo que estaba pasando en casa por ésas fechas. Honestamente, éstos no son recuerdos felices o temas placenteros pero era la realidad de mi vida y es la realidad que muchos niños testigos de Jehová enfrentan incluso en éstos días. Los nombres cambian, alguas circunstancias cambian pero hay ciertos aspectos que son constantes.
Después de eso me adentraré a mi vida como testigo de Jehová como un adulto jóven. Como era ir a las reuniones, lo que estaba aprendiendo y cómo era salir de casa en casa.
Entonce empezarás a atar los cabos del porque esa vida como testigo de Jehová era el núcleo de todo y literalmente todo giraba alrededor de ella.